La Presentación en el Templo, nos recuerda el acontecimiento que tuvo lugar en Jerusalén a los cuarenta días después del nacimiento de Jesús. Hoy 2 de febrero se cumplen exactamente cuarenta días desde el 25 de diciembre. Este hecho tiene un significado particular, pues se constituye como una especie de bisagra, que separa y a la vez une, la etapa inicial de la vida en la tierra del Señor con lo que será su muerte y resurrección, el puente entre los dos tiempos fuertes del año litúrgico en la Iglesia.
José y María son obedientes a la ley del Señor y llevan con ilusión a su primogénito a consagrarlo al Padre. Ese amor por los mandatos de Dios, los lleva a contribuir silenciosamente en el cumplimiento de la misión de Jesús, que se ha viene llevando a cabo desde su Encarnación y hoy desde los brazos de su Madre.
El Espíritu habla por la boca del anciano Simeón la misión del Niño que José y María llevan al templo: «Éste niño está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción, a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones» Asimismo dice a nuestra Madre: «A ti una espada te atravesará el corazón». Misterio de alegría-dolor, acaban de terminar de escucharse los alegres cantos de Belén y ya se perfila en el horizonte la cruz del Gólgota.
El Templo es el lugar de encuentro entre Dios y los hombres, el lugar de los sacrificios; Y este Niño hará después, que de su corazón traspasado en la Cruz, se irradie la luz de la reconciliación que con su potencia alcanzará y traspasará todas las tinieblas hasta penetrar en los corazones de todos los hombres.
Los corazones hambrientos de paz y de sentido, aquellos hombres y mujeres cuya nostalgia de infinito grita por saciarse, encuentran hoy la respuesta sencilla y serena de la sonrisa de un Niño. Los ojos del anciano Simeón y de Ana han sido capaces de ver en aquel pequeño, la respuesta que tanto andaban buscando. Nosotros tenemos que llegar a decir con el anciano: «Ahora Señor, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador…»
Elevemos hoy nuestras oraciones por todos los que se han consagrado a Dios y que hoy celebran su día en todo el mundo. |